Encuentro

   Cruzaba las calles sin mirar porque a su edad, ya no le tenía miedo ni a la muerte ni a la vida. Avanzaba con paso firme sin girar la cabeza cuando oía las bocinas de los coches y los gritos de los conductores, porque no le importaba morir. Hasta que un día, contra todo pronóstico, se cruzó con un conductor kamikaze al que no le importaba matar.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.